Elecciones 2015… ¿A quién votar? – Algunas notas mentales.

Está difícil la cosa. A veces de chico uno sueña con el día en que pueda ejercer su derecho ciudadano a votar; piensa que al fin va a poder sumar fuerza política a “los suyos”, incidir en la realidad, luchar por una ideología… bueno, toda una lista de cosas que no suelen cumplirse llegado el momento de elegir una boleta y meterla en un sobre.

La utopía de votar desde la convicción de una ideología no es más que eso, una fantasía, cuando en la realidad los candidatos nos despiertan sospechas, dudas, desconfianza, descreimiento. O cuando el único que nos inspira algo, alguna cosita, no va a poder nunca reunir los votos necesarios ganar la elección.

Entonces, uno empieza a meter en la balanza todo tipo de criterios (a veces excusas, a veces emociones, a veces argumentos) para tratar de comprender a quién finalmente elegir en el gran día del cuarto oscuro.

Aquí algunas de las cosas (sueltas y disparejas) que para este 25 de octubre me están rondando en la cabeza:

– El sistema democrático necesita para mantenerse como tal, o lo más cercano a uno, un recambio regular de las personas que ocupan el poder.

– Es difícil conocer realmente las intenciones políticas, personales y sociales detrás de cada candidato. La principal forma de acceso que tenemos (de intentar entender algo) es a través de los discursos, de los enunciados, de las palabras, las posturas, las miradas, lo que nombran, lo que no nombran. Y por suerte, es muy difícil que esto se despegue del todo de lo que son en esencia, entonces es un gran indicio.

– Además (sigue de la anterior), decir ES también hacer. Nombrar las cosas es construirlas. Cómo las nombro es cómo las construyo. Cómo ME nombran, es cómo ME construyen. (Perdón por todas las mayúsculas de esta frase).

– Claramente ningún candidato va a gobernar para todos los sectores sociales por igual, ni es posible hacerlo. Sí puede haber grados: “más igual”.

– Kant: “obra sólo de forma que puedas desear que la máxima de tu acción se convierta en una ley universal”.

– No está mal votar al que más nos convence aún si pensamos que no tiene chances de ganar… quizás hay miles y miles como nosotros desviando un voto que podría, en suma, tener mucho valor.

– No olvidar que tan importante como el candidato son las alianzas que éste y su gobierno puedan construir.

– Y por favorrrrrrrr: dejar de depositar todo en las personas. Dejar de decir “Cristina”, “Mauricio”. Si Scioli no participa del debate, dediquémosle un rato a debatir su situación, pero dediquémosle más rato aún a pensar por qué votamos a un candidato que hace eso. Empezar a focalizar en nosotros, en los comportamientos que uno tiene, las decisiones que uno toma; empezar a pensar en los políticos como servidores públicos, como formadores de consenso, como representantes y no como monstruos autónomos todopoderosos.. quizás nos va a permitir un día votar desde la convicción.

Probablemente esta lista de reflexiones me arroje como resultado a quién votar.
¿Cuáles son tus notas mentales para estas elecciones?

PD: Respetemos el voto ajeno. Enriquezcámonos del intercambio de opiniones. Todos (sí, creo esto) queremos vivir bien.

Ojalá los humanos

Ojalá los humanos
no encontremos más argumentos
que justifiquen
que seamos capaces
de dejar de sentirnos muertos
por las muertes de otros.

De por qué elijo la comunicación

Varios años hace ya que descubrí que la comunicación tenía algo que ver conmigo: como ciencia, como experiencia, como objetivo, como medio, como carrera, como camino. Hoy creo que puedo entender más a fondo las razones que motivaron esa primera intuición, y entonces vuelvo a elegirla cada vez con más seguridad. Suelo pensar, además, que el camino que adopta cada uno para su vida está íntimamente vinculado con lo que creemos que nos puede hacer crecer como sociedad y mejorar el mundo en el que vivimos. Y para ese propósito, desde mi lugar, elijo la comunicación.

Porque el hombre es la única especie con la capacidad de desarrollar un pensamiento simbólico, y el lenguaje, la herramienta por excelencia de ese pensamiento, está en la base de nuestra comunicación.

Porque entender la comunicación es emprender el camino hacia una mejor utilización del diálogo, y el diálogo es lo que puede acercarnos los unos con los otros, hacer que dejemos de pelear y terminar con las guerras.

Porque vivimos atravesados por los medios de comunicación como agente que reproduce y construye simbólicamente nuestra realidad social.

Porque el discurso es de las armas más fuertes que tiene la dominación social, y comprenderlo y desarticularlo es el comienzo para entender más profundamente quién ejerce dominación sobre quién, diciendo qué y de qué manera, para luego construir discursos propios que intenten buscar cada vez más la libertad y la igualdad entre las personas.

Porque la comunicación es una capacidad inherente al ser humano. Toda persona la ejerce. Está en todas partes. Y por ende, puede cambiar al mundo en el que vivimos.

Porque es una necesidad atemporal, y tan universal como particular.

Porque es cotidiana pero compleja.

Porque vivimos en tiempos en que el desarrollo tecnológico hace que los continentes estén cada vez más cerca, que pertenezcamos más al mundo entero que a países aislados, y tenemos que aprovecharlo para entablar lazos interculturales cada vez más fuertes.

Porque tiene el poder de construir puentes cuando es buena o murallas cuando es mala.

Porque a veces es también usada como excusa pública para conflictos entre intereses privados, y deberíamos notarlo.

Porque estamos constantemente expuestos a elementos cargados de significado y concientizarnos acerca de eso es tratar de prestar más atención acerca de cómo es nuestra experiencia en el mundo.

Porque plantea las bases a través de las cuales podemos elegir mejor a nuestros representantes y ejercer un mejor control ciudadano de la democracia.

Porque es importante defenderla como derecho.

Porque no podríamos vivir en sociedad sin ella.

No se olviden del Estado…

Cientos de ciudadanos son víctimas de robos violentos y asesinatos a diario. Sin embargo, la clase política salta a hablar del tema cuando surge el fenómeno de que aquellos que roban y asesinan son víctimas de la violencia de ciudadanos que reaccionan contra este acto.

Los dos actos son terribles, la violencia sólo puede traer más violencia y así infinitamente.

Aclarado esto, lo que me interesa pensar es ¿por qué los políticos dominantes hablan ahora y no antes?

Yo creo que es bastante sencillo… porque cuando en un país hay inseguridad de delitos relacionados al ataque personal y a la propiedad privada, no hay problema aparentemente… El problema empieza cuando las personas deciden que lo van a solucionar con sus propias manos, devolviendo con la misma violencia que reciben, porque entienden que ya no hay un Estado que pueda mediar en tal conflicto.

Y esto es lo que realmente les preocupa mucho a los políticos, se asustan porque los ciudadanos de su país se dieron cuenta de que no está el Estado ocupando el lugar que debería, y si no está el Estado ahí quiere decir que ya no hay lugar donde sentar al poder político… entonces sienten que es el momento de decir algo: “¡¡¡Acá estamos!!! No nos olviden, porque no somos nada si lo hacen”, aunque eso implique deslegitimar una violencia para legitimar otra.

¿Un gran talento o muchas pasiones?

Llevo un tiempo viendo a gente cercana preocuparse por un tema ya bastante hablado: la diversidad de talentos o gustos que posee una persona y por la cual nunca podrá especificarse en una tarea y ser “el mejor” en eso que hace.

Para ser sincera, a mí también me preocupa cada tanto. Ok, entiendo que me gustan muchas cosas, varios mundos me atraen, suelo desempeñarme sin demasiada dificultad en las cosas que me interesan, y entonces pienso: ¿podré ser verdaderamente buena algún día en alguna de todas estas cosas o se trata de hacer un poco de todo pero todo a medias?

Pero de repente entendí algo… si viviéramos en un mundo con un futuro conocido, estable, en el cual sabemos qué es lo que va a pasar dentro de unos años o hacia dónde va el rumbo de las cosas, entonces pensaría “sí, hay que estudiar música y sólo música” o “ahora hay que ser el mejor ingeniero nuclear, porque hacia ahí va el mundo y en ese lugar se me va a valorar y voy a poder aportar algo”.

Pero la realidad es que no es así. El mundo se presenta cada vez más incierto. Vivimos crisis económicas periódicamente a nivel nacional, regional y mundial. Aún hoy siguen habiendo tierras en guerra. Somos testigos de desastres de la naturaleza en muchos puntos del planeta. Sabemos que la tecnología avanza a tal velocidad que lo que hoy es novedoso mañana se desecha. Tenemos súper claro que estudiar una carrera y recibirte con honores no te asegura ningún trabajo estable. Y que así como están configuradas las cosas ahora, dentro de un tiempo pueden reconfigurarse y ser totalmente diferentes.

Entonces… ¿qué mejor para enfrentar ese futuro incierto que el ser capaces de manejar múltiples conocimientos y conocer un poco de cada mundo? Si hay algo que puede un poco asegurarnos algún futuro es saber que contamos con creatividad para resolver los conflictos que se nos puedan aparecer. Y esa creatividad se lleva espectacularmente bien con la diversidad de conocimientos.

Creo que es simple: hay más posibilidades de encontrar siempre lo que hacer y cómo sustentarse si contamos con muchos ámbitos que nos atraigan, a que si dependiéramos de uno solo, ¿no?

El mundo nos necesita capaces de ocupar diversos roles y de poder siempre reinventarnos para subsistir. Y los que dominan muchos conocimientos, van a estar preparados para hacerlo.

Así que, salgan a hacer eso que les gusta, intenten todo lo que les interesa. Porque además, quizás te sorprendés y aquella cosa que menos esperabas es finalmente la que te va a traer la mayor satisfacción.

Tengo un tema con el asunto de la verdad

Estoy muy confundida respecto a la verdad. Anteriormente, estaba más convencida de que no existe a que es una a averiguar. Pensaba que aún si unos pocos la supieran y otros, la mayoría, no… No podría calificarse como tal. Entiendo que el mundo está lleno de datos y que algunos tienen acceso a mayor y más profundos- Pero si todo lo que ocurre entre los seres humanos es construcción de ellos mismos, la verdad entendida como la posibilidad de que algo sea lo más real posible, no es más que una elaboración también.

Siguiendo esta lógica, me arriesgaba a pensar que no se puede acceder a la verdad a través del conocimiento ni del pensamiento. Ni siquiera a través del diálogo. Si al leer un titular de un medio gráfico lo tomamos como un reflejo de nuestra actualidad, ¿qué nos pasa cuando inmediatamente leemos un párrafo que lo contradice en otro periódico? ¿Cuál nos miente y cuál no? ¿O acaso ninguno está en lo cierto? Entonces, ¿en cuál información podemos confiar para entender nuestra realidad? Y ahí es cuando me invadía la sensación de que no la hay. Esa verdad no existe y probablemente ningún medio de comunicación la conozca tampoco.

Pero me surgió una reflexión que me dio vuelta un poco las cosas. ¿Por qué el hecho de que la verdad sea una construcción, una elaboración humana, la hace menos cierta? En vez de afirmar que no la hay, ahora tiendo a pensar que todo es verdad, absolutamente todo. No me estoy refiriendo a datos verídicos, a éstos sí que no podríamos acceder la mayoría de las personas casi nunca en nuestras vidas. Sino que, basado en esa idea del no acceso, todo lo que por ende construimos pasa a ser verdad. Puede llegar a ser cualquier cosa en la que elijamos creer, y que finalmente va a guiar nuestros valores y conductas de la misma manera en que lo haría cualquier dato certero.

Y ahí radica la magnitud de esa construcción. Nos pasamos la vida, la historia, elaborando ideas que sostengan nuestro accionar: religiones, creencias, mitos, análisis de la sociedad, noticias, textos, leyes, normas. Y empieza a parecerme menos relevante si son verídicas o no, para pasar a darle el lugar central a lo que generan esas verdades construidas. Y estoy segura de que son verdades, porque si pueden ser el fundamento de cualquier acción social, entonces son verdades.

Eso. Lo seguiré pensando. Pero creo que deberíamos cambiar el foco: en vez de entrar en el terreno de cuál es la verdad, pensar a toda construcción social como verdad y entonces cuestionarnos qué efectos producen esas verdades. Dicho de otra manera: cómo actúa una sociedad basada en ciertas noticias, en ciertos mitos, en ciertas creencias, en la construcción que cada grupo hace de su realidad.

Papeles de la infancia

Debía tener alrededor de diez años cuando escribí en un papel una lista de profesiones que refería a todo lo que quería ser cuando fuera grande. Me preocupaba no tanto qué vaya a ser, sino más bien cómo hacer para lograr ser un poco de todo eso y no renunciar a ninguno de los ítems allí descriptos.

Eran doce. Doce profesiones y oficios para los cuales creía haber nacido. Psicóloga, guardaespaldas, científica, secretaria y bailarina de bailanta, eran algunos de ellos. Y cerraba esa lista con “ser feliz”, creyendo que debía ser lo más importante; porque me creía bastante piola resaltando eso por encima de otras cosas, pero también –supongo hoy– porque era producto de una infancia de principios de los ´90 que creció a la par de las telenovelas infantiles de Cris Morena, de ciclos televisivos como Un sol para los chicos, de padres que, para ser mejores que los suyos, nos pintaban un mundo hermoso y esperanzador, en el cual era posible un cambio…

Cambiar el mundo… otro capítulo de esta historia. Elija ser lo que fuere, estaba segura de que además, quería cambiar el mundo e iba a lograrlo. Creía, de manera totalmente narcisista, que el mundo estaba esperándome para que lo mejore, para que ayude a toda persona que lo necesitase, para que termine con las guerras, con la pobreza, con el hambre. Soñaba con una sociedad en la que no importe enriquecerse, sino contar con una educación, con comida y un techo. Esas ideas inspiraron mi primer y (casi) única canción compuesta, titulada “La plata no importa” y asentada en otro pedazo de papel de esa época.

Creo que con la adolescencia se intensificó esa necesidad de cambiar el mundo, aunque ya no tanto desde el cliché sentimental sino con un tono más de lucha social. Y realmente creí ser parte de eso con todas mis acciones, elecciones y trato hacia los demás y hacia el entorno. Vivíamos todo con pasión, jugando a ir a los extremos de nuestras capacidades, desafiando todo lo que se nos cruce, creyéndonos imparables y todopoderosos. Y es que algo de eso habrá, porque entonces hacíamos cosas para cambiar el mundo y que algún mundo habrán tocado.

A veces me pregunto qué pasaría si todos eligiéramos, finalmente, ser de grandes aquel o aquella actividad / profesión / vocación / oficio / pasatiempo / camino con el que sintiéramos que podemos cambiar el mundo. Sea el arte, el deporte, la medicina, la protección ambiental, el diseño, el periodismo, la cocina, el turismo, la carpintería, la política, la psicología, la química, la educación, la filosofía, el ocio, el entretenimiento, el comercio, la música… ¿cómo sería todo si al levantarse a la mañana cada uno fuera a hacer esa actividad, sin importar cuál, creyendo que a través de ella está cambiando, está mejorando, está salvando al mundo…?

¿Tiene algo de sentido o sigo siendo esa nena de fines de los ´90 que escribe sueños sobre papeles?