“No te merecemos, pero te necesitamos” – La ironía del servicio público
La entrega de la solicitud fue rápida y sencilla. Al entrar a la institución temí por la cantidad de personas esperando en colas interminables para obtener un turno o para hacerse un estudio, pero yo no tuve que hacer ninguna cola ni esperar parada demasiado tiempo. Me escabullí entre los pasillos alejándome de la multitud hasta encontrar, al final del piso, el despacho de dirección. Simpáticamente me dirigieron a la ventanilla donde debería ejecutar mi trámite. Una señora recibió mi solicitud y mientras ella la leía, yo miré por la ventana: daba justo al estacionamiento de los empleados de cargos altos del hospital; sus autos, aunque no soy experta, se veían nuevos y costosos.
Las preguntas que en la solicitud se detallaban deben ser el motivo por el cual esta señora reaccionó con un poco de susto. Desde cuál fue el presupuesto del hospital en los últimos 9 años, de dónde provino, a qué fin se lo destinó, si es suficiente para cubrir los gastos necesarios, o si por lo contrario, no basta y eso trae consecuencias (y cuáles son esas consecuencias para los pacientes); y hasta si el hospital cuenta con las condiciones edilicias y el equipamiento necesario para llevar a cabo su tarea, fueron algunas de las preguntas.
Al parecer, son cuestiones que incomodan.
En un principio le expliqué que no estoy en la obligación de justificar mi pedido de información, pero por algún motivo tuve la necesidad de tranquilizarla y explicarle que soy estudiante de Comunicación y que esta experiencia es parte de un trabajo práctico. (Creo que me equivoqué).
Pero volviendo a lo importante… Como les dije, fue corto el trámite. Salí de ese pasillo, volví al hall central. Las filas de gente seguían igual, intactas. Todos parecían estar esperando hace una eternidad.
Y fue camino a la salida cuando me topé con el mayor símbolo de ironía e impotencia que había encontrado hasta el momento. Un cartel ubicado en una de las paredes del hospital tenía la leyenda “No te merecemos, pero te necesitamos” (acompañada de la figura de la virgen María).
Cuántos problemas juntos en una frase, ¿no? Pero ojo, no en las palabras de la frase, no en el dicho aislado, ni siquiera en lo religioso… sino en ESA frase en ESE contexto que la resignifica, disparando ideología y significados para todos lados, desparramando un poder de dominio invisible por sobre todos los que nos amparamos en esas palabras.
Sí que lo necesitamos, y cómo… Pero también lo merecemos. Claro que merecemos la salud y claro que merecemos un estado que nos ampare y nos provea de un sistema que funcione. No es un pedido divino, porque los hombres de acá, de la tierra, tenemos la responsabilidad de hacerlo por nosotros.
Qué peligroso es dejarse convencer por aquellos hombres que tienen la responsabilidad de hacerlo y en quienes delegamos nuestra voz, que por quedarse con billetes en sus bolsillos, nos hacen creer que quien no nos está dando este derecho es algún poder supra terrenal y que es a él a quien hay que pedirle.
Mi solicitud de información, amparada en la Ley 104 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, por la cual todo ciudadano tiene derecho a solicitar información de las instituciones del estado – herramienta imprescindible para el ejercicio de la ciudadanía y el control sobre nuestros representantes – no fue respondida.
Pero es menos importante. Espero que lo otro sí encuentre respuesta.