“Lo que marca la diferencia” – Charla Express Para el Meetup de WordPress Buenos Aires Edición Diciembre 2018

Transcripción de la charla:

 

Bueno, esto parece un auto-chiste, porque voy a empezar preguntando algo y pidiendo que levanten la mano los que respondan que sí…

La pregunta es muy simple: ¿quiénes de los que están acá tienen un sitio web?

Perfecto.

Llevo muchos años en el mundo web, haciendo y analizando sitios y hay una cosa que suelo ver que marca una diferencia rotunda entre un sitio y otro.

O sea, hay sitios que hacen una cosa y otros sitios que no lo hacen. Y la diferencia entre ellos es tremenda.

Qué es lo que hacen esos sitios?

Esos sitios abren una conversación.

Suena complicado pero la idea es sencilla.

Pensá en cuando te encontrás con alguien a tomar un café. A veces hay conversación y a veces no la hay realmente (por más que hablen). Pero cuando la hay no sólo uno la pasa bien sino que quiere volver a juntarse con esa persona, no es así?

Pasa lo mismo con tu sitio. Si conversa con tu audiencia, vas a lograr entablar una mejor relación y que la gente quiera volver, contratarte, comprar, etc.

Cuando te vayas de acá hoy tenés que preguntarte si tu sitio está abriendo o no la conversación.

Ahora… Abrir la conversación implica 3 pasos:

  • Reconocer que hay alguien del otro lado
  • Preocuparse por cómo ese alguien entiende las cosas y qué cosas considera importantes
  • Darle la oportunidad a ese otro de involucrarse

Qué podés hacer para que tu sitio te ayude a eso?

5 tips:

1. Elegí las palabras que usás en tu copy de manera consciente. Preguntate: estoy usando palabras que le dicen algo a mi audiencia? Tratá de pensar cómo tu audiencia habla de las cosas en vez de cómo tu negocio lo hace.

Lo mismo cuenta para las imágenes que usás. Elegí imágenes con las que tu audiencia se siente identificada.

2. Como ocurre en la vida, si de verdad querés tener una conversación con otra persona, no hables sólo de vos. Hacé preguntas, demostrá tu interés en lo que la otra persona tiene para decir. La experiencia en su sitio debería ser impulsada por esa lógica y no por la de “dejame enumerar todo lo que puedo hacer”.

3. Elogiá y respetá a tu audiencia. Reconocé sus fortalezas y lo que pasaron para llegar hasta vos hoy.

4. Pensá cómo podés ayudar a tu audiencia en problemas reales de su vida a través tus productos y servicios.

5. Sé accesible y auténtico.

Abrir la conversación es clave para cualquier relación que quieras tener con tu público.

Y tu sitio debería ayudarte a abrir esa conversación.

Prospectiva

“¿Che, y… qué es eso?” suele ser una de las preguntas más frecuentes que uno escucha al presentarse con otras personas desde que empieza a estudiar Comunicación Social. Y, eso, si las personas se animan a indagar; por lo general la mayoría hace algún gesto como de comprender, porque teme develar su desconocimiento o porque no le suena lo suficientemente intrigante como para molestarse en preguntar. Con los años uno va ensayando respuestas: desde la fácil “es como periodismo”, pasando por la un poco más elaborada “puedo trabajar en una organización planificando y llevando a cabo su relación con los distintos públicos”, que siempre empieza con un suspiro, y hasta la actual y reductora “¿viste lo de community manager? Bueno, algo así”. Lo común de estas respuestas es que todas se encuentran con la insatisfacción de estar incompletas, de no ser precisas, de no ser lo suficientemente abarcativas ni lo necesariamente concretas. Y lo más maravilloso ocurre justo cuando uno cree que encontró el modo perfecto de encarar el asunto; en ese momento te topás con que para vos mismo cambió lo que la comunicación significaba.

Pero ¿cómo es que la comunicación social, siendo el fenómeno más transversal de la especie humana (con humildad) y siendo que todos la ejercen día a día, es tan poco clara para gran parte de las personas, inclusive para aquellos que la estudiamos? Empezar a esbozar una respuesta requiere, como mínimo, plantear esta pregunta, porque parecería que ahí mismo se encuentra la semilla de su explicación. Es que la comunicación es, sin sonar cursi, el todo y la nada al mismo tiempo. Es todo porque abarca la totalidad de las formas en que los humanos nos relacionamos y es nada porque no significa ninguna de esas formas en particular. Es abstracta e inexistente por sí misma, es un fenómeno que cobra vida cuando dos o más entes entran en contacto (dejemos de lado el hablarse a uno mismo) y que puede tomar infinitas formas y manifestarse de múltiples maneras.

Otra cuestión que complica un tanto más el asunto refiere a dos dimensiones intrínsecas de la comunicación social: entender la comunicación como ciencia a estudiar y, por otro lado, entender la comunicación como espacio de intervención y gestión.

Vivimos en una época signada por dos grandes procesos antagónicos: internet, con todo lo que ésta implica: la accesibilidad a la información universal, la llegada instantánea a otros países, la interacción e intercambio constantes, la cultura de la colaboración y la creación conjunta, la horizontalización de la información; y por el otro, el creciente fanatismo, que va desde el extremismo político hasta el fundamentalismo religioso o el terrorismo asesino. El primer proceso, puede llevarnos a un real crecimiento social; mientras que el segundo, a nuestro más profundo declive.

El desafío de la profesión, pero no a futuro sino imprescindiblemente en la actualidad, debería ser el de rescatar ese sentido primario de la comunicación en cuanto a fenómeno social. Como seres humanos que vivimos en sociedad, que nos necesitamos los unos a los otros, que compartimos un espacio y un tiempo históricos, nos es vital comunicarnos. Y qué mejor que comunicarnos bien para lograr convivir pacífca y armoniosamente.

Trabajar por y para esto implica buscar la sinergia y concreción de dos instancias:
Abogar por la plena garantización de los derechos de la comunicación (el libre pensamiento, expresión, difusión, publicación de opiniones e informaciones, y el acceso a la información).
Con el ejercicio de éstos: trabajar para construir sentidos sociales más horizontales, democráticos, plurales y de respeto y armonía, lo cual exige como punto de partida el reconocimiento y la escucha del otro.

Las cosas del mundo adquieren más sentido gracias a cómo las nombramos y a cómo interactuamos con ellas que por su materialidad objetiva, y si los comunicadores sociales nos proponemos trabajar en esos sentidos que se construyen en las relaciones sociales, para lograr un mayor respeto, reconocimiento y aceptación del otro, entonces podemos servirle a la sociedad.

Los comunicadores sociales deberíamos tomar el compromiso de trabajar por conseguir que los seres humanos que habitamos la tierra primemos aquellas formas de comunicación que se basan en la comprensión, en la escucha del otro, en la concepción del otro como fin y no como medio. Lo que nos permitirá emprender un camino hacia una mejor utilización del diálogo, para acercarnos los unos a los otros, cooperar y convivir.

Prefiero escuchar al otro, porque me desfanatizo

Si sólo me escucho a mí y a otras versiones de mí mismo, me fanatizo.
Prefiero escuchar al otro, porque es la única manera de desfanatizarme.

Prefiero escuchar al otro y que el otro me escuche.
Para eso no hace falta alzar la voz. Alzar la voz sólo hace
que yo me escuche más fuerte y me convenza de lo que digo, no que el otro me escuche.
Escuchar al otro no es tratar de convencerlo.

Escuchar al otro realmente es aceptar de arranque que puedo estar equivocado.
Equivocarse es válido, o mejor dicho, es natural e inevitable. Pero equivocarse no es sólo aceptar el error
luego de cometerlo; equivocarse es aprender a pensar que hoy, ahora mismo,
con lo que digo, con lo que pienso y con lo que hago, también puedo llegar a estar equivocado.

Para escuchar al otro no es suficiente nombrarlo, hace falta aprender cómo el otro se nombra.
Lo peor que podemos hacer es creer que por alguna circunstancia, alguna suerte, algún azar
que nos haya hecho vivir cierta cosa y al otro no, tenemos el derecho de
quitarle al otro la posibilidad de nombrar las cosas. Porque nunca hay quien lo haya vivido todo
y porque inevitablemente nombramos las cosas, más allá de que nos dejen o no decirlo.

El fanatismo no son las ideas extremas; no son sólo las guerras,
las matanzas, el terrorismo. Esas son las consecuencias.
El fanatismo es la lógica con la que operamos para llegar a esas ideas y actos;
es la ceguera que hace que pensemos
que no puede existir
otra verdad
más que la nuestra.
Es la soberbia. Es el egocentrismo.

Prefiero escuchar al otro, porque es la única manera de generar nuevas conexiones
entre esas puntas que parecían lejanas. Es la única manera de crear en conjunto.

Prefiero escuchar al otro y que el otro me escuche,
porque es la única forma de no fanatizarnos.
Es la única forma de no matarnos.

Elecciones 2015… ¿A quién votar? – Algunas notas mentales.

Está difícil la cosa. A veces de chico uno sueña con el día en que pueda ejercer su derecho ciudadano a votar; piensa que al fin va a poder sumar fuerza política a “los suyos”, incidir en la realidad, luchar por una ideología… bueno, toda una lista de cosas que no suelen cumplirse llegado el momento de elegir una boleta y meterla en un sobre.

La utopía de votar desde la convicción de una ideología no es más que eso, una fantasía, cuando en la realidad los candidatos nos despiertan sospechas, dudas, desconfianza, descreimiento. O cuando el único que nos inspira algo, alguna cosita, no va a poder nunca reunir los votos necesarios ganar la elección.

Entonces, uno empieza a meter en la balanza todo tipo de criterios (a veces excusas, a veces emociones, a veces argumentos) para tratar de comprender a quién finalmente elegir en el gran día del cuarto oscuro.

Aquí algunas de las cosas (sueltas y disparejas) que para este 25 de octubre me están rondando en la cabeza:

– El sistema democrático necesita para mantenerse como tal, o lo más cercano a uno, un recambio regular de las personas que ocupan el poder.

– Es difícil conocer realmente las intenciones políticas, personales y sociales detrás de cada candidato. La principal forma de acceso que tenemos (de intentar entender algo) es a través de los discursos, de los enunciados, de las palabras, las posturas, las miradas, lo que nombran, lo que no nombran. Y por suerte, es muy difícil que esto se despegue del todo de lo que son en esencia, entonces es un gran indicio.

– Además (sigue de la anterior), decir ES también hacer. Nombrar las cosas es construirlas. Cómo las nombro es cómo las construyo. Cómo ME nombran, es cómo ME construyen. (Perdón por todas las mayúsculas de esta frase).

– Claramente ningún candidato va a gobernar para todos los sectores sociales por igual, ni es posible hacerlo. Sí puede haber grados: “más igual”.

– Kant: “obra sólo de forma que puedas desear que la máxima de tu acción se convierta en una ley universal”.

– No está mal votar al que más nos convence aún si pensamos que no tiene chances de ganar… quizás hay miles y miles como nosotros desviando un voto que podría, en suma, tener mucho valor.

– No olvidar que tan importante como el candidato son las alianzas que éste y su gobierno puedan construir.

– Y por favorrrrrrrr: dejar de depositar todo en las personas. Dejar de decir “Cristina”, “Mauricio”. Si Scioli no participa del debate, dediquémosle un rato a debatir su situación, pero dediquémosle más rato aún a pensar por qué votamos a un candidato que hace eso. Empezar a focalizar en nosotros, en los comportamientos que uno tiene, las decisiones que uno toma; empezar a pensar en los políticos como servidores públicos, como formadores de consenso, como representantes y no como monstruos autónomos todopoderosos.. quizás nos va a permitir un día votar desde la convicción.

Probablemente esta lista de reflexiones me arroje como resultado a quién votar.
¿Cuáles son tus notas mentales para estas elecciones?

PD: Respetemos el voto ajeno. Enriquezcámonos del intercambio de opiniones. Todos (sí, creo esto) queremos vivir bien.

Por qué ir al WordCamp Buenos Aires 2015

Este 30 de mayo tenemos en Buenos Aires la oportunidad única de celebrar un evento de WordPress. Para todos los que trabajamos con esta plataforma es un momento muy esperado, ya que nos permite encontrarnos con otros que comparten nuestro mismo ecosistema para intercambiar experiencias.

El grupo de voluntarios de WordPress Argentina viene hace tiempo trabajando en las comunidades locales, organizando encuentros y charlas. Y es gracias a ese trabajo constante en la creación de una red de intercambio, que este año pudimos dar el salto hacia un gran WordCamp en nuestra ciudad.

¿Por qué asistir a un WordCamp?

Porque es la comunidad, que día a día trabaja para mejorar esta herramienta, lo que hace que WordPress sea lo que es.

Porque dentro de todas las formas que tenemos para colaborar a que siga creciendo, juntarnos con otros a intercambiar experiencias y conocimientos, es una de las principales.

Porque trabajar con un ecosistema open source que nos permite alcances impensados en nuestros proyectos, merece que estemos ahí.

Porque nada podría hacerse si no es con los otros, porque tenemos mucho que aprender de los demás y porque vale la pena encontrarse a compartir.

Por todo esto, WordCamp Buenos Aires 2015.

WCBA15

Usabilidad: ¿Cómo diseñar para humanos? – Charla Noviembre 2014

En noviembre del año pasado participé como oradora en uno de los meetups mensuales de WordPress Argentina. En aquella ocasión, hablamos de usabilidad y de cómo encarar un proyecto de diseño web centrado en las personas, pensado para ser utilizado por humanos.


La presentación:


Puntos principales de la charla:

– A qué nos referimos cuando hablamos de usabilidad: qué es, dónde se encuentra, qué pasa cuando no está presente o, mejor dicho, cuando los productos que consumimos a diario no están pensados desde este enfoque y en qué dos posibles escenarios desembocaría esta situación.

– ¿En qué pensamos cuando diseñamos? Solemos pensar en todo tipo de caracterísitcas del producto y del cliente, pero pocas veces pensamos en las personas que van a utilizar esos productos.

– No creamos sitios para que estén solos en el mundo, los creamos porque queremos que se comuniquen con alguien o porque alguien va a estar buscando comunicarse con ellos.

– Todo sitio tiene un interlocutor que es el elemento principal que sostiene esa comunicación, que le da sentido al resto de las cosas.

– Diseño Centrado en el Usuario (DCU) como una filosofía, que propone que un proceso de diseño tiene que prestarle gran atención a las necesidades, deseos y limitaciones de los usuarios en cada una de sus etapas.

– Más que obligar a los usuarios a que se adapten a un sistema, buscamos que un producto sea diseñado para adaptarse a los comportamientos y actitudes del usuario.

– Podemos sintetizar las etapas del proceso de diseño en 3 momentos: el de APRENDER, el de PLANIFICAR y el de TESTEAR. No son necesariamente en ese orden ni excluyentes, lo mejor sería ir pasando de una en otra y volver atrás cuando hace falta, rever lo necesario, volver a pensar, a investigar y a testear cuantas veces sea necesario.

APRENDER

– Pensar en las personas primero es pensar en qué necesitan, qué desean, qué buscan, qué sienten, qué saben y qué no saben, en qué contexto viven. De ahí en adelante, todo lo que agregue: qué relación entablan con las cosas, qué relaciones tienen en su entorno con otros, etc.

– Empatía: ponernos en el lugar del usuario, pensar como piensa él, hacernos las mismas preguntas que se haría un usuario a la hora de encontrarse con el producto.

PLANIFICAR

– Cuando una persona se encuentra frente a un producto que carece de usabilidad lo más probable que pase es que se frustre, se canse, se avergüence, no comprenda, no concrete, no compre, no vuelva, no participe, no interactúe. –> Para que esto no ocurra: hay que traducir las necesidades / deseos / expectativas / motivaciones a elementos concretos que respondan a todos éstos.

– Una forma de empezar a hacerlo es haciendo una lista de todas aquellas acciones que los usuarios van a realizar en nuestro sitio y jerarquizarlas acorde a cuáles son las más importantes, cuáles tienen mayor prioridad. Y luego, traducirlas a sus respectivas soluciones.

– ¿Qué elementos tenemos a nuestra disposición para facilitar el uso de los usuarios? Algunos de ellos: tipografías, colores, imágenes, botones, controladores, menú, navegación, compatibilidad de exploradores, compatibilidad de devices, performance, breadcrumbs, estados (hover, focus, active, visited, etc.), posiciones, tamaños, links.

TESTEAR

– Es importantísimo que pongamos a prueba lo que diseñamos.

– Testear con una persona que no hacerlo con ninguna.

– Como nosotros somos los creadores de ese producto, perdemos la oportunidad de utilizarlo como alguien que recién lo conoce.

RESULTADO

– ¿Cuáles son los beneficios de pensar usabilidad? Para el usuario y para el emisor.

foto1

¿Qué pasaría…?

Propongo, al que esté dispuesto, un ejercicio de imaginación…

Tratá de despojarte por un minuto de prejuicios, de presupuestos y de esas concepciones tan arraigadas que tenemos hacia el entorno y hacia las cuestiones más básicas de la vida y pongámonos a pensar en lo siguiente:

Estás acostumbrado a levantarte todos los días, tomarte el desayuno y salir de tu casa para alguna actividad. Cuando abrís la puerta de tu casa para irte das por sentado que del otro lado va a haber un piso, aunque no lo veas antes de abrirla, repito, aunque no lo veas antes de abrir la puerta, estás seguro de que del otro lado va a haber un piso el cual pisar para continuar tu camino. Vas a la parada de colectivo y también estás seguro de que el bondi que te vas a tomar, por el número distintivo que tiene, te va a llevar al lugar que esperás. Y si vas en auto, no ponés en duda ni por un minuto que verde, rojo y amarillo siguen significando lo mismo que lo que significaron siempre. Saludás a una persona o preguntás la hora en la calle y antes de hacerlo das por hecho que ésta te va a contestar en tu idioma, que va a entender lo que le estás diciendo. Te comprás de camino una bebida en un quiosco y sabés que la podés pagar con esos papeles que llevás en la billetera, y también sabés que si el envase dice lima limón, va a ser una bebida con gusto a lima limón… nunca te imaginás que puede ser otra cosa, ni siquiera que puede llegar a ser algo que no sea comestible o peor, que sea una sustancia dañina para tu cuerpo. Llegás al trabajo y esperás que de alguna manera lo que estaba al día anterior siga estando ahí. Levantás el teléfono y esperás encontrar del otro lado a una persona. Prendés la televisión, abrís el diario, y asumís que te van a contar eso mismo que está pasando alrededor tuyo, que vos individualmente poco podrías conocer si no fuera por ellos. Pero asumís que eso que te cuentan es de alguna u otra manera lo que pasa. No ves en todo el día a tu familia, pero sabés que a la tarde llegás a casa y van a estar. Y ni te preguntás si tu casa sigue siendo en la misma dirección de la que te fuiste a la mañana. Das por sentado que estás viviendo un día nuevo, que el tiempo avanza hacia adelante; das por sentado que estás vivo, das por sentado que te llamás como creés que te llamás y que sos parte de la historia de la que creés que sos parte…

Cuántas cosas! ¿No? Y cuánto necesitamos creer y confiar para llevar a cabo nuestras vidas diarias…

Pido que me sigan, en este estado despojado, un rato más.

La pregunta necesaria es: ¿qué pasaría si un día te levantás y desayunás como todos los días, agarrás tus cosas, abrís la puerta de tu casa… pero del otro lado no hay ningún piso? ¿Qué pasaría si el colectivo tomó otro camino y terminás en un lugar desconocido; o si no aceptan tus billetes en el quiosco; si la gente te llama con otro nombre; si los autos avanzan en rojo y frenan en verde; o si sos testigo de una pelea entre un chico que duerme en la calle y un comerciante que quiere sacarlo a la fuerza de su vereda porque le trae mala imagen, y posteriormente ves la noticia en los diarios pero refiriendo al mismo hecho éstos dicen “joven quiso robar en un negocio y los vecinos se juntan para evitarlo”…? ¿Qué pasaría con todo ese mundo que creías de una manera y que estaba dispuesto de esa manera para que puedas transitarlo con seguridad?

Un poco más y termino…

¿Qué pasaría si un día te enterás que todo lo que creés verdadero, que todo por lo que luchás, que todo lo que defendés con tanta seguridad se vuelve diferente; si descubrís que estuviste apoyando ideas con las que quizás ni siquiera te involucrarías y sólamente por no haber ejercitado una herramienta tan simple como la pregunta, como la duda, por no haber sospechado nunca, ni un poquito, que las cosas pueden ser diferentes…

Termina el ejercicio. Volvamos a la vida que nos exige confianza.
La moraleja la dejo a su imaginación.

Ojalá los humanos

Ojalá los humanos
no encontremos más argumentos
que justifiquen
que seamos capaces
de dejar de sentirnos muertos
por las muertes de otros.

De por qué elijo la comunicación

Varios años hace ya que descubrí que la comunicación tenía algo que ver conmigo: como ciencia, como experiencia, como objetivo, como medio, como carrera, como camino. Hoy creo que puedo entender más a fondo las razones que motivaron esa primera intuición, y entonces vuelvo a elegirla cada vez con más seguridad. Suelo pensar, además, que el camino que adopta cada uno para su vida está íntimamente vinculado con lo que creemos que nos puede hacer crecer como sociedad y mejorar el mundo en el que vivimos. Y para ese propósito, desde mi lugar, elijo la comunicación.

Porque el hombre es la única especie con la capacidad de desarrollar un pensamiento simbólico, y el lenguaje, la herramienta por excelencia de ese pensamiento, está en la base de nuestra comunicación.

Porque entender la comunicación es emprender el camino hacia una mejor utilización del diálogo, y el diálogo es lo que puede acercarnos los unos con los otros, hacer que dejemos de pelear y terminar con las guerras.

Porque vivimos atravesados por los medios de comunicación como agente que reproduce y construye simbólicamente nuestra realidad social.

Porque el discurso es de las armas más fuertes que tiene la dominación social, y comprenderlo y desarticularlo es el comienzo para entender más profundamente quién ejerce dominación sobre quién, diciendo qué y de qué manera, para luego construir discursos propios que intenten buscar cada vez más la libertad y la igualdad entre las personas.

Porque la comunicación es una capacidad inherente al ser humano. Toda persona la ejerce. Está en todas partes. Y por ende, puede cambiar al mundo en el que vivimos.

Porque es una necesidad atemporal, y tan universal como particular.

Porque es cotidiana pero compleja.

Porque vivimos en tiempos en que el desarrollo tecnológico hace que los continentes estén cada vez más cerca, que pertenezcamos más al mundo entero que a países aislados, y tenemos que aprovecharlo para entablar lazos interculturales cada vez más fuertes.

Porque tiene el poder de construir puentes cuando es buena o murallas cuando es mala.

Porque a veces es también usada como excusa pública para conflictos entre intereses privados, y deberíamos notarlo.

Porque estamos constantemente expuestos a elementos cargados de significado y concientizarnos acerca de eso es tratar de prestar más atención acerca de cómo es nuestra experiencia en el mundo.

Porque plantea las bases a través de las cuales podemos elegir mejor a nuestros representantes y ejercer un mejor control ciudadano de la democracia.

Porque es importante defenderla como derecho.

Porque no podríamos vivir en sociedad sin ella.

La Isla Desierta

“En el teatro la imaginación llena el espacio, a diferencia de la pantalla de cine que representa el todo y exige que todo lo que aparece en imagen esté relacionado de una manera lógica y coherente. El vacío en el teatro permite que la imaginación llene los huecos. Paradójicamente, cuanto menos se le da a la imaginación, más feliz se siente, porque es un músculo que disfruta jugando.” Peter Brook

De a grupos de ocho personas nos ingresan en una sala totalmente a oscuras, donde no asoma ni un ápice de luz. Sosteniéndonos de los hombros del de adelante nos adentramos en la sofocante oscuridad, en la cual abrir o cerrar los ojos es exactamente lo mismo. Y de a poco, mientras voy encontrando la relajación necesaria para soportar la ceguera temporal, empiezo a sentir cómo el resto de mis sentidos se despiertan. Escucho cada palabra que sale de la boca de los demás que siguen entrando en la sala, mi piel se estremece con cada roce del aire. Y cuando estamos listos, con los sentidos predispuestos, empieza esta singular experiencia: la puesta en escena de La isla desierta de la compañía de teatro ciego Grupo Ojcuro, basada en el texto original de Roberto Arlt (Buenos Aires, 1937).

Técnica y argumento se encuentran para contar una historia acerca de la búsqueda desesperada de libertad; del sueño de salirse de las cuatro paredes de la oficina y viajar a otros lados donde no existan los números, las cuentas, los trámites ni la rutina. Un conflicto tan universal como atemporal. Y tal como los oficinistas se dejan llevar por los aventureros relatos de Cipriano, los espectadores nos embarcamos en un viaje hacia la imaginación para salir de la oscuridad en la que estamos inmersos. Técnica y argumento nos cuentan lo mismo, una sostiene al otro y viceversa, y de ahí la excelente elección de representar esta obra de esta manera.

Se trata de la sinécdoque por excelencia, la parte por el todo por la cual un fragmento se vuelve portador de la totalidad de la cosa (Mauricio Kartum, 1995). Basta con el sonido de una tecla de máquina de escribir para construir toda una oficina; con el aroma de especias orientales para situarte en Pekín; o con el viento pegando en la cara para temer por la tormenta que se acerca.

El aparente vacío visual de esta puesta es el que en realidad opera para darle el mayor sentido que podemos encontrar: el poner en funcionamiento la imaginación como forma de escape a todo lo que cotidianamente nos agobia y vislumbrar la posibilidad de construir realidades que no nos están dadas.

_________________________

La Isla Desierta

———
La podés ver viernes y sábados en Ciudad Cultural Konex
Sitio web de Teatro Ciego Argentino www.teatrociegoargentino.com

El arte para mí.

¿Te pasó alguna vez ser testigo de una obra tan perfecta, tan extraordinaria, que necesitabas atraparla en tus manos, hacerla tuya, aprehenderla… pero cuanto más lo intentabas más se escabullía entre tus dedos, y se alejaba sin pertenecerte ni un poquito, y eso la hacía aún más perfecta?

No se olviden del Estado…

Cientos de ciudadanos son víctimas de robos violentos y asesinatos a diario. Sin embargo, la clase política salta a hablar del tema cuando surge el fenómeno de que aquellos que roban y asesinan son víctimas de la violencia de ciudadanos que reaccionan contra este acto.

Los dos actos son terribles, la violencia sólo puede traer más violencia y así infinitamente.

Aclarado esto, lo que me interesa pensar es ¿por qué los políticos dominantes hablan ahora y no antes?

Yo creo que es bastante sencillo… porque cuando en un país hay inseguridad de delitos relacionados al ataque personal y a la propiedad privada, no hay problema aparentemente… El problema empieza cuando las personas deciden que lo van a solucionar con sus propias manos, devolviendo con la misma violencia que reciben, porque entienden que ya no hay un Estado que pueda mediar en tal conflicto.

Y esto es lo que realmente les preocupa mucho a los políticos, se asustan porque los ciudadanos de su país se dieron cuenta de que no está el Estado ocupando el lugar que debería, y si no está el Estado ahí quiere decir que ya no hay lugar donde sentar al poder político… entonces sienten que es el momento de decir algo: “¡¡¡Acá estamos!!! No nos olviden, porque no somos nada si lo hacen”, aunque eso implique deslegitimar una violencia para legitimar otra.

Humilde análisis

Resulta que hay un alguien…
Que nos dice que hay que hay que defender los derechos humanos, que hay que terminar con los monopolios mediáticos, que hay que otorgar asignaciones a poblaciones más vulnerables, que hay que defender lo propio… y eso está buenísimo.

Y resulta que hay otro alguien…
Que intenta decirnos que no se debe concentrar al poder, que intenta mostrarnos los negocios secretos de los líderes políticos, que nos señala cada vez que puede una cruda realidad que nos rodea, que deberíamos luchar contra la corrupción, contra la censura… y eso está buenísimo también.

Pero el primer alguien…
También nos inculca que defender lo propio es sinónimo de rechazar lo ajeno, que hay que llamar Gorila al que piensa distinto, que “Clarín miente”, que lo único malo existente es la dictadura, que hay una sola manera de ser argentino, que hay una sola manera de ser latinoamericano. Implantándonos la idea de que hay un pueblo y hay un no pueblo.

Y el segundo alguien…
También nos predica quién es gente y quién no, quién entra dentro de la categorización de los que merecen garantías sociales y quiénes son los que contaminan la sociedad. Implantándonos la idea de que hay gente y hay no gente.

Pero lo más loco es que en realidad no son alguienes tan distintos, que inclusive les gusta jugar a ser a veces un alguien y a veces el otro alguien. Y en realidad tampoco les importa tanto el contenido de lo que venden sino venderlo para enfrentar, dividir y por ende ganar siempre –siempre– ellos…

Y terminamos peleando en una batalla ajena y absurda, defendiendo lo indefendible, sin ver que la lucha verdadera es otra; es la que no vemos, la que nos pasa por al lado mientras estamos tan empeñados en refutarle al otro lo que piensa y mientras hay unos pocos que se llenan cada vez más de dinero y de poder con este juego.

Es como si dos chicos se pelearan a muerte para decidir a qué jugar, mientras no ven que hay un tercer chico que está al lado tirado en el piso porque se lastimó y necesita ayuda (que por ende ni va a poder jugar a lo que sea que decidan jugar, cuando sea que decidan a qué jugar). Y paralelamente dos adultos se acercaran y les dieran manija a los chicos, a cada lado, para alentarlos a seguir peleando. Así, mientras los pibes se entretienen, ellos tienen más tiempo libre para ir a comer algo o salir a bailar, o hacer negocios…

Y así estamos, sosteniendo una pelea que lo único que hace es desatender al que lo necesita y alimentar al que lo tiene todo, sin siquiera poder jugar y disfrutar de la vida, de lo que tenemos, de lo que nos rodea, del otro.

Quizás es tiempo de frenar el mecanismo en el cual nuestros líderes (políticos, de opinión, de lo que fuere) nos llenan de argumentos para pelear y para defender como intereses propios… y empezar a decirles nosotros cuáles son los intereses que tienen que defender y por los cuales tienen que trabajar.

Dejemos los bandos y veamos cómo se desmorona el sistema que vive y saca ventaja de la división en nuestro país y en tantos otros.

* Y después de todo eso, algo más… dejemos de invertir energía en la discusión misma sobre los bandos, y veamos lo que queda eclipsado por esa pelea… y quizás logremos empezar a construir un entorno mejor.

“No te merecemos, pero te necesitamos” – La ironía del servicio público

La entrega de la solicitud fue rápida y sencilla. Al entrar a la institución temí por la cantidad de personas esperando en colas interminables para obtener un turno o para hacerse un estudio, pero yo no tuve que hacer ninguna cola ni esperar parada demasiado tiempo. Me escabullí entre los pasillos alejándome de la multitud hasta encontrar, al final del piso, el despacho de dirección. Simpáticamente me dirigieron a la ventanilla donde debería ejecutar mi trámite. Una señora recibió mi solicitud y mientras ella la leía, yo miré por la ventana: daba justo al estacionamiento de los empleados de cargos altos del hospital; sus autos, aunque no soy experta, se veían nuevos y costosos.

Las preguntas que en la solicitud se detallaban deben ser el motivo por el cual esta señora reaccionó con un poco de susto. Desde cuál fue el presupuesto del hospital en los últimos 9 años, de dónde provino, a qué fin se lo destinó, si es suficiente para cubrir los gastos necesarios, o si por lo contrario, no basta y eso trae consecuencias (y cuáles son esas consecuencias para los pacientes); y hasta si el hospital cuenta con las condiciones edilicias y el equipamiento necesario para llevar a cabo su tarea, fueron algunas de las preguntas.
Al parecer, son cuestiones que incomodan.

En un principio le expliqué que no estoy en la obligación de justificar mi pedido de información, pero por algún motivo tuve la necesidad de tranquilizarla y explicarle que soy estudiante de Comunicación y que esta experiencia es parte de un trabajo práctico. (Creo que me equivoqué).

Pero volviendo a lo importante… Como les dije, fue corto el trámite. Salí de ese pasillo, volví al hall central. Las filas de gente seguían igual, intactas. Todos parecían estar esperando hace una eternidad.

Y fue camino a la salida cuando me topé con el mayor símbolo de ironía e impotencia que había encontrado hasta el momento. Un cartel ubicado en una de las paredes del hospital tenía la leyenda “No te merecemos, pero te necesitamos” (acompañada de la figura de la virgen María).

Cuántos problemas juntos en una frase, ¿no? Pero ojo, no en las palabras de la frase, no en el dicho aislado, ni siquiera en lo religioso… sino en ESA frase en ESE contexto que la resignifica, disparando ideología y significados para todos lados, desparramando un poder de dominio invisible por sobre todos los que nos amparamos en esas palabras.

Sí que lo necesitamos, y cómo… Pero también lo merecemos. Claro que merecemos la salud y claro que merecemos un estado que nos ampare y nos provea de un sistema que funcione. No es un pedido divino, porque los hombres de acá, de la tierra, tenemos la responsabilidad de hacerlo por nosotros.

Qué peligroso es dejarse convencer por aquellos hombres que tienen la responsabilidad de hacerlo y en quienes delegamos nuestra voz, que por quedarse con billetes en sus bolsillos, nos hacen creer que quien no nos está dando este derecho es algún poder supra terrenal y que es a él a quien hay que pedirle.

Mi solicitud de información, amparada en la Ley 104 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, por la cual todo ciudadano tiene derecho a solicitar información de las instituciones del estado – herramienta imprescindible para el ejercicio de la ciudadanía y el control sobre nuestros representantes – no fue respondida.

Pero es menos importante. Espero que lo otro sí encuentre respuesta.

¿Un gran talento o muchas pasiones?

Llevo un tiempo viendo a gente cercana preocuparse por un tema ya bastante hablado: la diversidad de talentos o gustos que posee una persona y por la cual nunca podrá especificarse en una tarea y ser “el mejor” en eso que hace.

Para ser sincera, a mí también me preocupa cada tanto. Ok, entiendo que me gustan muchas cosas, varios mundos me atraen, suelo desempeñarme sin demasiada dificultad en las cosas que me interesan, y entonces pienso: ¿podré ser verdaderamente buena algún día en alguna de todas estas cosas o se trata de hacer un poco de todo pero todo a medias?

Pero de repente entendí algo… si viviéramos en un mundo con un futuro conocido, estable, en el cual sabemos qué es lo que va a pasar dentro de unos años o hacia dónde va el rumbo de las cosas, entonces pensaría “sí, hay que estudiar música y sólo música” o “ahora hay que ser el mejor ingeniero nuclear, porque hacia ahí va el mundo y en ese lugar se me va a valorar y voy a poder aportar algo”.

Pero la realidad es que no es así. El mundo se presenta cada vez más incierto. Vivimos crisis económicas periódicamente a nivel nacional, regional y mundial. Aún hoy siguen habiendo tierras en guerra. Somos testigos de desastres de la naturaleza en muchos puntos del planeta. Sabemos que la tecnología avanza a tal velocidad que lo que hoy es novedoso mañana se desecha. Tenemos súper claro que estudiar una carrera y recibirte con honores no te asegura ningún trabajo estable. Y que así como están configuradas las cosas ahora, dentro de un tiempo pueden reconfigurarse y ser totalmente diferentes.

Entonces… ¿qué mejor para enfrentar ese futuro incierto que el ser capaces de manejar múltiples conocimientos y conocer un poco de cada mundo? Si hay algo que puede un poco asegurarnos algún futuro es saber que contamos con creatividad para resolver los conflictos que se nos puedan aparecer. Y esa creatividad se lleva espectacularmente bien con la diversidad de conocimientos.

Creo que es simple: hay más posibilidades de encontrar siempre lo que hacer y cómo sustentarse si contamos con muchos ámbitos que nos atraigan, a que si dependiéramos de uno solo, ¿no?

El mundo nos necesita capaces de ocupar diversos roles y de poder siempre reinventarnos para subsistir. Y los que dominan muchos conocimientos, van a estar preparados para hacerlo.

Así que, salgan a hacer eso que les gusta, intenten todo lo que les interesa. Porque además, quizás te sorprendés y aquella cosa que menos esperabas es finalmente la que te va a traer la mayor satisfacción.

Cada tanto crecemos

Durante toda la vida vamos creciendo. Es quizás más notorio en los primeros años, cuando casi todo acto que realizamos es novedoso y trascendente: la primera sonrisa, la primera palabra, los primeros pasos, las primeras decisiones, las primeras amistades; el primer “me sumo”, el primer “me la juego” o el primer “no quiero”.

A medida que nos hacemos más grandes ese crecimiento quizás se alenta o se hace más parejo y entonces es más difícil darnos cuenta de que también hacemos grandes pasos. Sin embargo, cada tanto siento un cambio, como un click, un “Ah!” que modifica la perspectiva… que te recuerda un poco esa sensación en el alma de haber caminado el primer paso.

Me doy cuenta de que voy creciendo cuando cada vez más me siento segura de lo que soy sin la necesidad de compararme con nadie.
Me doy cuenta de que voy creciendo cuando entiendo cada vez más que no poseo absolutamente ninguna verdad.

Crezco cuando siento que el otro se siente cómodo conmigo, porque no necesita esconderse de nada, porque no lo juzgo por nada.
Siento que crezco un poco más cuando no necesito caerle bien a todos si eso significa dejar de ser quien soy (aunque esto todavía me cuesta).

Me siento más grande cuando logro enfrentar relajada una situación de la manera que repasé una y otra vez en mi cabeza siempre, pero que nunca antes lo había logrado… Y hoy tuve uno de esos momentos.

Herramientas para una vida sustituta: reflexiones sobre el Reality Show

Hace ya algunos años tenemos la oportunidad de presenciar un fenómeno único: las diferentes formas de vida sustituta. Aquella vida que no es la real, pero de la que somos protagonistas, y que, por su parte, aparenta ser la verdadera. La vida en la pantalla se asemeja tanto a la respuesta de las necesidades que como seres humanos tenemos, que cuesta diferenciar lo que es nuestra vida real a esta nueva, la que funciona como simulacro.

Gran Hermano fue emitido por primera vez en Holanda el 16 de septiembre de 1999, siendo luego adaptado en más de 70 países, y dando nacimiento al género Reality Show (aunque basado en plataformas similares que hasta ese momento se transmitían por televisión). El formato fue creado por el holandés John de Mol y desarrollado por su productora, Endemol. (El nombre del programa hace referencia a la novela que George Orwell publicó en 1949, Mil novecientos ochenta y cuatro).

En apariencia, Gran Hermano, propone una especie de experimento sociológico y psicológico sobre sus participantes. Luego de estudiar su formato y características, no dudamos que dicho programa televisivo sea un experimento; lo que nos preguntamos es sobre quién se está experimentando.

Reality Show: Gran Hermano

Una casa. 15 participantes. 90 días de convivencia. Decenas de cámaras y micrófonos registrando todo las 24 horas del día. Un programa de televisión en el cual los participantes deberán abandonar sus hogares, instalarse en una casa especialmente preparada para el experimento, e intentar pasar las distintas consignas para lograr sobrevivir y quedarse en el juego. Día a día los jugadores despiertan a una realidad distinta a la que estaban acostumbrados, tienen diferentes tareas para mantener la casa, y deben afrontar las pruebas semanales propuestas por el equipo de producción, que se dirige a ellos a través de la voz, nunca la imagen, del Gran hermano. Las pruebas son diseñadas para comprobar su capacidad de trabajo en equipo y su espíritu de comunidad. Los habitantes de la casa tienen un presupuesto semanal para adquirir comida y otros productos necesarios, que variará según superen o no las pruebas. Los concursantes permanecen aislados del mundo exterior, y por lo tanto tienen prohibido cualquier tipo de contacto con agentes externos (en la casa no hay televisión, radio, internet, música, libros o lápices), exceptuando la ayuda psicológica que ellos mismos requieran, y que recibirán, siempre en privado, en el confesionario. Pero por sobre todo, los concursantes tendrán que enfrentarse, por un lado, al desafío social de convivir con el enemigo, y por otro, a la sobreexposición de su privacidad.

Semana a semana, en el confesionario, cada participante vota a quién cree que debería abandonar el juego. Éste será el más débil a consideración de los demás, que retrasa o interfiere en la lucha del grupo por la supervivencia. O por el contrario, el jugador fuerte, que representa una amenaza para el resto de los participantes que desean ganar el juego. Las posibilidades pueden ser muchas y dependen en gran parte de las estrategias que se van configurando a lo largo del programa. El público espectador también aporta su voto para eliminar al personaje que no quiere ver más en su pantalla. Hasta que, al final, queda un solo jugador en la casa, ese será el sobreviviente. Y ganará (dependiendo en cada país) una buena suma de dinero y, seguramente, unos minutos de gloria en la televisión y en la fama de moda pasajera de hoy en día.

Pero aquí unos datos más:
– Los participantes son elegidos con precisión (por un equipo de televisión que busca el rating y, por lo tanto, el lucro).
– La casa está completamente equipada y acondicionada con la última tecnología, además de otros lujos como sauna, jacuzzi, suite VIP, etc.
– Los diálogos y monólogos de los participantes frente a la cámara, compartiendo sus sensaciones y pensamientos sobre los demás, no son más que guiones forzados por parte de la producción.

Entonces, tomémonos unos minutos para pensar en la naturaleza voyeurística del formato, donde los concursantes acceden voluntariamente a ceder su privacidad a cambio de la posibilidad de un premio; y en el poder que se nos adjudica a los espectadores dándonos la capacidad para decidir quién perturba en el organismo y debería ser expulsado del círculo social.

¿Estamos tan seguros que es sobre los participantes del programa que se está haciendo este experimento?

La vida sustituta

En Gran Hermano, podemos observar dos clases de fenómenos. El primero, desde el lado del que participa: la exhibición de lo privado, el hacerse ver, querer mostrarse y ser reconocido por las masas. El segundo, desde el lugar de quien observa, podemos separarlo en dos caras: la del púbico, en su búsqueda del aprendizaje social e identificación en lo que ve, en su fantasía y credibilidad con la vida en la pantalla, en su ficcional participación en la sociedad; y la del Ojo del Gran Hermano, en su intento de control social, de vigilancia y posición de poder. Estas dos caras de quienes “observan”, se asemejan al concepto de sinóptico de Bauman y al de panóptico de Michel Foucalt, respectivamente. El primer concepto implica que muchos pueden observar a unos pocos (el caso de los espectadores del Reality Show por sobre los participantes); en cambio, el segundo, se refiere a la vigilancia de unos pocos por sobre muchos (el Ojo del Gran Hermano que vigila a los jugadores). El mayor efecto del panóptico es la consciencia permanente, que posee el individuo observado, de que lo están vigilando (por más que no pueda verificarlo), y por ende la garantía del funcionamiento del poder.

Sinóptico: herramienta para la vida sustituta

El sinóptico, posibilita mirar a unos pocos, los cuales se convierten en modelos sociales. Éstos proveen normas para el comportamiento y fomentan una determinada imagen de lo que se entiende por ámbito privado. Nos proporcionan información sobre lo que es importante y lo que no socialmente.

Gracias a la tecnología de los grandes medios de comunicación de masas, el sinóptico permite que muchos sean capaces de mirar a unos pocos (en relación), que son el centro de la atención y que constituyen el modelo de realidad, de comportamiento y de normas sociales a seguir. Este modelo que observamos a través del sinóptico, está basado en el éxito (éxito, porque es reconocido por parte de las masas), y esto es lo que más aporta a nuestro deseo de alcanzarlo.

Podemos decir que en algún sentido el sinóptico invierte los términos en que Baudrillard explicaba que el simulacro traía espectáculo: el sinóptico convierte el espectáculo en simulacro, transformándose así en el modelo de nuestra vida sustituta.

El simulacro, de Jean Baudrillard

Simular es fingir tener lo que no se tiene. En este sentido, la simulación remite a la ausencia. En realidad, simular es más complejo que fingir, ya que fingir deja intacto el principio de realidad, mientras que simular altera lo verdadero y suele aparentar síntomas reales. Cuando la realidad se encuentra tan bien simulada, no se llega a distinguir elementos producidos de los auténticos. Incluso, si se puede crear un simulacro tan real, es que algo de verdadero tiene esa realidad producida.

La imagen puede: ser el reflejo de una realidad profunda; enmascarar y desnaturalizar una realidad profunda; enmascarar la ausencia de realidad profunda; no tener nada que ver con ningún tipo de realidad, ser ya su propio y puro simulacro. En cualquiera de los casos, aplicados a la imagen producida por los Reality Shows, el simulacro tiene el poder de hacer creer una realidad (esté ausente o presente). Es por la estrecha relación entre espectáculo y simulacro, que los medios de comunicación adquieren la capacidad de simular una realidad y hacérnosla creer.

Siguiendo con Jean Baudrillard, unas palabras que dedicó acerca de Gran Hermano (París, 2004): “Todo debe verse, todo debe ser visible y la imagen es, por excelencia, el lugar de esa visibilidad. Así, todo lo real debe convertirse en imagen, al precio de su desaparición. He allí la seducción y la fascinación de la imagen… el inmenso comercio de las imágenes demuestra una enorme indiferencia por el mundo real que termina no siendo más que una función inútil de él mismo, un ensamble de formas y eventos fantasmas… Un buen ejemplo de esta visibilidad forzada son las distintas versiones de Gran Hermano y todos los programas del mismo género, los Reality Shows. Allí donde todo se da a ver, nos persuadimos de que ya no queda nada por ver. Son el espejo de la banalidad y el grado cero. En ellos contemplamos una socialización virtual, forzada, que manifiesta la desaparición del otro como ser social. El mito de Gran Hermano, la visibilidad policíaca total que plantea la novela 1984, se transfiere al propio público que resulta movilizado como voyeur y juez al mismo tiempo. Más allá del control, los sujetos involucrados dejan de ser víctimas de la imagen, se convierten inexorablemente ellos mismos en imagen: son visibles a cada instante, están sobreexpuestos al foco de la información y se los obliga todo el tiempo a producirse, a expresarse… Una operación como Gran Hermano hace visible una imagen de certeza de la realidad, una transposición de la vida cotidiana, según el modelo dominante.”

La teoría crítica

Para la Escuela de Frankfurt, quienes aportaron su perspectiva crítica acerca de la comunicación de masas, el Reality Show como producción televisiva, formaría parte de la Industria cultural, en la cual la cultura equivale a mercancía, viviendo un proceso de transformación cultural en su contrario. En este sentido, el producto de los medios masivos de comunicación estandariza los gustos del público, ofrece estereotipos y baja calidad, y determina el consumo de la sociedad. Como consecuencia, el individuo es considerado como manipulado por los medios y acrítico a los valores impuestos por éstos.

En esta cultura de masas (la Industria cultural), el entretenimiento y la diversión ofrecidos por la televisión llevan a una total distracción de los individuos, es decir, a una fuga de la realidad. Es ahí cuando se da la posibilidad de adoptar lo transmitido como la sustitución a lo real. Si los medios de comunicación (los productos de esta industria) nos abren la puerta a olvidarnos y distraernos de nuestra propia vida, entonces adoptamos una vida sustituta, la que nos marcan por televisión.

Para ir cerrando…

Reality shows hay montones, líderes en esta era de la televisión. Los hay de baile, de canto, de supervivencia; tres meses encerrados en una casa o cincuenta días aislados en otro continente, y cada semana saliendo al aire para intentar no ser nominados. Eliminados por sus propios compañeros o siendo nosotros mismos los dueños de su destino, como si jugáramos un juego a control remoto.

Los participantes de este programa no son más que una herramienta, el experimento es sobre nosotros: los espectadores. Una sociedad que llega a idolatrar a alguien en 24 horas. Capaz de ver maratones de televisión para saber qué es lo que va a pasar con alguien que conocieron hace una semana, dos días y tres chismes. Teniendo el poder de decidir socialmente a quién queremos y a quién no con un solo mensaje de texto. Usando el derecho a votar más que en las mismas elecciones al gobierno y encima pagando por ello. Alentando la receta instantánea del ser popular sin tener que hacer nada demasiado trascendental. Es el fast food del reconocimiento. El que, por cierto, es en duración, directamente proporcional al tiempo que se tardó en alcanzarlo. Y así nos llenamos de líderes pasajeros que no tienen ningún mensaje.

El experimento es en nosotros, si queda alguna duda. Una sociedad casi entera simulando importante lo insignificante.


Bibliografía consultada:

Baudrillard, Jean: Gran Hermano, espejo de nuestra banalidad
Palabras dedicadas a Gran hermano, fueron pronunciadas por Jean Baudrillard el 19 de mayo de 2004, durante un coloquio en la École Normale Supérieure de París. Fuente: Radar – Página 12 / 11.03.07

Baudrillard, Jean: El crimen perfecto, entrevista para La Nación, julio de 2001. http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=215483

Baudrillard, Jean: Cultura y simulacro, Kairós, Barcelona, 1993

Baudrillard, Jean: La agonía del poder, Círculo de Bellas Artes, Madrid, 2006

Dra. Eva Patricia Gil Rodríguez: Simulacro, subjetividad y biopolítica; De Foucault a Baudrillard, Universidad Autónoma de Barcelona, Revista Observaciones Filosóficas. http://www.observacionesfilosoficas.net/simulacrosubjetividad.html

Foucault, Michel: http://filosofia.idoneos.com/index.php/369888

Foucault, Michel: Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión, Siglo XXI
Editores Argentina, Buenos Aires, 2002

Wikipedia: Gran Hermano
http://es.wikipedia.org/wiki/Gran_Hermano_(programa_de_televisi%C3%B3n)

Wolf, Mauro: La investigación de la comunicación de masas, Paidós, Barcelona – Buenos Aires – Mexico, 1987

Tengo un tema con el asunto de la verdad

Estoy muy confundida respecto a la verdad. Anteriormente, estaba más convencida de que no existe a que es una a averiguar. Pensaba que aún si unos pocos la supieran y otros, la mayoría, no… No podría calificarse como tal. Entiendo que el mundo está lleno de datos y que algunos tienen acceso a mayor y más profundos- Pero si todo lo que ocurre entre los seres humanos es construcción de ellos mismos, la verdad entendida como la posibilidad de que algo sea lo más real posible, no es más que una elaboración también.

Siguiendo esta lógica, me arriesgaba a pensar que no se puede acceder a la verdad a través del conocimiento ni del pensamiento. Ni siquiera a través del diálogo. Si al leer un titular de un medio gráfico lo tomamos como un reflejo de nuestra actualidad, ¿qué nos pasa cuando inmediatamente leemos un párrafo que lo contradice en otro periódico? ¿Cuál nos miente y cuál no? ¿O acaso ninguno está en lo cierto? Entonces, ¿en cuál información podemos confiar para entender nuestra realidad? Y ahí es cuando me invadía la sensación de que no la hay. Esa verdad no existe y probablemente ningún medio de comunicación la conozca tampoco.

Pero me surgió una reflexión que me dio vuelta un poco las cosas. ¿Por qué el hecho de que la verdad sea una construcción, una elaboración humana, la hace menos cierta? En vez de afirmar que no la hay, ahora tiendo a pensar que todo es verdad, absolutamente todo. No me estoy refiriendo a datos verídicos, a éstos sí que no podríamos acceder la mayoría de las personas casi nunca en nuestras vidas. Sino que, basado en esa idea del no acceso, todo lo que por ende construimos pasa a ser verdad. Puede llegar a ser cualquier cosa en la que elijamos creer, y que finalmente va a guiar nuestros valores y conductas de la misma manera en que lo haría cualquier dato certero.

Y ahí radica la magnitud de esa construcción. Nos pasamos la vida, la historia, elaborando ideas que sostengan nuestro accionar: religiones, creencias, mitos, análisis de la sociedad, noticias, textos, leyes, normas. Y empieza a parecerme menos relevante si son verídicas o no, para pasar a darle el lugar central a lo que generan esas verdades construidas. Y estoy segura de que son verdades, porque si pueden ser el fundamento de cualquier acción social, entonces son verdades.

Eso. Lo seguiré pensando. Pero creo que deberíamos cambiar el foco: en vez de entrar en el terreno de cuál es la verdad, pensar a toda construcción social como verdad y entonces cuestionarnos qué efectos producen esas verdades. Dicho de otra manera: cómo actúa una sociedad basada en ciertas noticias, en ciertos mitos, en ciertas creencias, en la construcción que cada grupo hace de su realidad.

“Cuando tu hijo juega no te pregunta cómo llegó al mundo”

Nada más y nada menos que de esta manera se titula una de las gráficas de la nueva campaña publicitaria de PlayStation.

Publicidad Play Station en Subtes - Buenos Aires, septiembre 2013 [Publicidad PlayStation en Subtes – Buenos Aires, septiembre 2013]

No sé que habrán pensado los creativos responsables de esta idea o la marca misma que la vende. Pero, ¿realmente hay público para esta frase? Tiene agujeros por donde se lo mire:

Crea interlocutores padres que no quieren que sus hijos pregunten acerca de una de las cuestiones más críticas en la vida del ser humano. Que prefieren que sus hijos se la pasen hipnotizados frente a un videojuego, tanto cómo para no tener ni la más mínima inquietud acerca de la vida. Que les resulta más práctico que estén entretenidos a que crezcan con curiosidades, preguntas, intrigas.

Y encima lo hace de una manera totalmente incorrecta. Utiliza de excusa al juego, que lejos está de ser sinónimo de quietud espiritual y mental, sino que es es una de las actividades más naturales del hombre y, entre sus infinitos propósitos y riquezas, sirve para aprender a relacionarse con el universo que nos rodea. Dicho de otra manera, tiene una función simbólica a través de la cual podemos adquirir herramientas para enfrentar nuestra propia realidad.

Ahora, si existen clientes padres que no quieren que sus hijos pregunten demasiado (que sería algo así como molestar) y PlayStation logró crear un juego que consigue que los chicos pierdan uno de sus instintos más grandes (cuestionar su entorno)… entonces, cierren el trato, hagan la compra.

Yo me quedo con la otra opción. Aún sin hijos.

Defensa ciega

Cuando uno ve claramente que le mienten al otro lado, al de enfrente, al “opuesto”… ¿de qué modo le cabe pensar que a uno sí le cuentan la verdad? ¿No sería, en todo caso, un indicio de un manejo de la información más global, del cual también somos víctimas? ¿Por qué nos creemos enseguida poseedores de la verdad y no otro conjunto engañado por instituciones poderosas? Y más aún… ¿desde dónde defendemos luego esa verdad como propia y como más honesta que la del otro lado? Y, ¿qué somos capaces de hacer por esa verdad que nos inculcaron o que necesitamos conservar? ¿Cómo somos capaces de cargar un arma, justificar una guerra, acordar con una muerte, en pos de esa verdad?